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Hablemos sobre la ciencia ficción dominicana (II)

by Redacción

Por Aníbal Hernández Medina

Aquí la segunda parte (enlace para la primera) de la introducción a la participación dominicana en el proyecto de coedición internacional LATINOAMÉRICÆDITADA, promovido por la Asociación de Literatura de Ciencia Ficción y Fantástica Chilena (ALCIFF), del que fui su encargado. 

Hablemos sobre la ciencia ficción dominicana (II)

Ahora, retomemos la relación entre la CF dominicana y los certámenes de cuentos, tanto nacionales como internacionales. En primer lugar, debo establecer que no ha existido hasta el día de hoy un concurso de cuentos dedicado exclusivamente a la ciencia ficción en la República Dominicana; solo ha habido concursos «generalistas» en los que se han destacado cuentos especulativos.

Dicho esto, y recordando a «Tom the Rock», «El relámpago entre las sombras» y «El curioso y singularísimo informe de Oxny Ovnimorom», sumémosles otros relatos ganadores de CF en el Concurso de Cuento de Casa de Teatro, el más antiguo (1977–presente) y emblemático en suelo dominicano; además de ser la reencarnación del concurso de cuentos del grupo La Máscara. Y, a partir de inicios del nuevo milenio, se asume como certamen internacional de habla hispana. Agreguemos, entonces, a «Hijo de su globalizada madre patria», de Juan Carlos García, cuento farsesco ganador del tercer lugar en la edición de 2004. También, como invitada internacional, «Marilyn Monroe escribe cartas de amor», de la escritora cubana Elaine Vilar Madruga, que obtiene el primer lugar en la edición 2019. En 2020, el premio no es convocado a causa de la cuarentena, pero se retoma en el 2021, volviendo a ser exclusivamente nacional. En este llamado, obtiene mención de honor el cuento de CF humorística «La sonrisa del señor Ápol», de Aníbal Hernández Medina.

En cuanto a otros certámenes nacionales, tenemos a Leo Silverio con su «El síndrome de Heinz», que logra el primer lugar en los Premios Funglode de Cuento Juan Bosch 2015. Relato que cuenta, precisamente, sobre una pandemia, pero está generada por un científico loco, arquetipo tan socorrido en los inicios de la ciencia ficción, y que le da a la historia cierto sabor pulp criollo. Al año siguiente, obtiene el segundo lugar «Gaviotas de papel», de Rodolfo Báez, en una nueva convocatoria del certamen anual de Radio Santa María. En cuanto al ámbito internacional, Jonás Sánchez obtiene el primer lugar con «La cueva de John Bernard» en el concurso organizado (2019) por la ya fenecida revista digital argentina Supraversum. Además, en la misma publicación, Isis Aquino se alza con un cuarto lugar con su relato «Historia de un piano», recientemente traducido al inglés y publicado en Mayday Magazine.

Manteniéndonos en el campo digital, en específico el de la autopublicación en línea, tenemos autores como Emmanuel Tent y su saga residente en Wattpad, Guerreros intergalácticos. También podemos encontrar portales especulativos como los blogs Zothique, the lost continent; Fantasma cuántico o el ya inactivo Fundación: narrativa de CF y fantasía, dirigido por Moisés Santana. El taller literario de ficción especulativa dominicana, que coordiné entre 2018 y 2021, actualmente inactivo por igual, tiene, de la misma forma, su última etapa virtual debido a la pandemia. En la República Dominicana, no han existido revistas dedicadas a la ciencia ficción, solo iniciativas digitales como las mencionadas, de carácter personal o de grupos reducidos, que se han dedicado a la publicación y estudio de material especulativo con muy marcada irregularidad.

Continuando en la vertiente académica, contamos con los artículos «Un viaje fantástico de la narrativa dominicana» (2015), de Vicente Arturo Pichardo; «Ciencia ficción y fantasía dominicana: más ficción y fantasía que realidad» (2016), de Odilius Vlak; «De ciencia ficción y fantasía» (2016), de Peter Domínguez, o «De Ciudad Guevara a Quislaona: breve relación de la breve ciencia ficción neoindigenista dominicana» (2022), de Aníbal Hernández Medina; entre otros más. Además, en 2016, Mentes Extremófilas, grupo creativo del especulativo dominicano, organizan Caribe Extremófilo. Primer Congreso de Ciencia Ficción y Fantasía en República Dominicana, coordinado por el escritor Odilius Vlak. Este congreso es acompañado, en los siguientes años, por varias actividades en la línea especulativa, tanto académicas como editoriales, escenificadas, principalmente, en las Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, y en los variados equivalentes regionales y provinciales en la República Dominicana. Dichos eventos han sido organizados por distintos colectivos como los mismos Extremófilos, Dominican Writers Association, LiteVisual, ADFE, Cultura Cómic RD, Moro Estudio; más varias de las editoriales independientes nacionales, como Luna Insomne Editores, Zemí Books, UME, Río de Oro Editores, Santuario, entre otras. Las que han asumido una parte importante de los autores y autoras listados aquí.

El paréntesis ( ) no literario

En estas últimas tres décadas, hemos visto el desarrollo y auge de otras disciplinas narrativas dominicanas como el cine y la historieta. Así que hablemos de ellas también.

En la rama audiovisual, tenemos a Biodegradable (2013), de Juan Basanta, como el primer largometraje dominicano de ciencia ficción. Una recreación del romance de Romeo y Julieta en una futurista y aún más distópica República Dominicana. Le siguen títulos como los largometrajes Arrobá (2013) y Despertar (2014), del director José María Cabral; la comedia Ovni (Raúl Marchand Sánchez, 2016); Aire (2023), de Leticia Tonos, y, la todavía por estrenar al momento de la escritura de este texto, la animada Capitán Avispa, producida por Juan Luis Guerra. Además, la filmografía nacional cuenta con los micrometrajes ecopunk A2039 (Uralis Peña) y Lágrimas (Josías Domínguez, 2016), ambos galardonados en el Festival del Minuto del Agua.

En la vertiente serial, se encuentra la comedia televisiva Las aventuras de Luisito y Anthony (1994–1995), producida por Luisito Martí (1945–2010), que a la vez interpretaba a uno de sus protagonistas: el profesor Leocadio. A esta, le sigue otra comedia SyFy, Los electrolocos (2000–2003), de Alfonso Rodríguez, y, en el campo de la radio, la radionovela humorística transmitida en la estación Viva FM, que trataba sobre las aventuras siderales de un licenciado astronauta dominicano.

En cuanto a los cómics, ha habido una producción estable y creciente desde los noventa, teniendo su auge en la actualidad. Esto es gracias a un sistema de estudios1 que publican varias revistas por año, además de una nutrida comunidad de historietistas independientes. Algunos de los títulos que pertenecen a la ciencia ficción serían la militarista Hiqueron, la superheroica El verdugazo o la serie didáctica Tito y su nave cronoespacial. Por igual, destaquemos varias de las historietas paródicas del caricaturista Christian Hernández, como Rambo III. Parte atrás o algunas de las publicadas en la revista de humor político de los noventa DDT. Hernández es uno de los precursores de la disciplina, junto a otros artistas como «Rafael de dominicana», que aparece en la revista Heavy Metal Magazine (summer, 1985) su historia de fantaciencia Metamorfosis, y que se reproduce en la revista Skorpio (en su versión dominicana), o la revista experimental, de principios del dos mil, La Vaina y su publicación derivada de cómics, Alternativa. Por último, cabe destacar la gran cantidad de convenciones y eventos realizados por la comunidad de la historieta dominicana, en los que brilla siempre lo especulativo. Algunos de estos han sido: MaCo Expo, Sketchdom, FMA, Fiesta del Cómic o Paradise Com.

Aprovechemos el hablar de historietas y pasemos a otro ámbito visual: el binomio de las artes plásticas y las artes aplicadas. En este, resaltan algunos nombres como Samuel Gómez, con sus creaciones de inspiración retrofuturistas, o Dustín Muñoz, con su serie de pinturas de estética postapocalíptica que le han merecido variados reconocimientos, como el premio de la Bienal Nacional de Artes Visuales 2021. También tenemos las piezas de ciencia ficción afroindigenista del ilustrador y muralista Eddaviel, coautor de la novela gráfica Esu, la divinidad más incomprendida del universo, o las numerosas portadas de libros en el campo especulativo ilustradas por Albert de la Cruz. En cuanto al diseño, específicamente la pasarela, existen exponentes como Miguel Genao o Yorleny Pineda, que han asumido la impronta futurista en su creación.

Siguiendo por las otras disciplinas, la música, encontramos algunos títulos como la bachata La mujer mecánica, de Pepe Corniel; el merengue El extraterrestre, de Wilfrido Vargas; Humanbotic paradox, dentro de la escena del rock pesado local; más varias canciones y videomusicales de Luis Días (1952–2009) y Rita Indiana.

Por último, el teatro dominicano, altamente limitado en el área de ciencia ficción, dominado por la fantasía infantil en términos de lo especulativo, tiene algunos montajes como El vuelo, de Haffe Serulle, o las adaptaciones de La tiendita del horror, producida por Amaury Sánchez o Frankenstein, realizada por el teatro Guloya.

 


1 Este mismo sistema de estudios es el que sustenta, en mayor o menor medida, la incipiente animación dominicana y la creación de videojuegos indies locales, varios de ellos especulativos. Entre estos colectivos están: Comic Cinema (ahora solo AJ Martí), Moro Estudio, Alpha Eve, DrawMic Studio, LiteVisual, XSIDE Comics y Papaya Studios.

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