Por Maynor Xavier Cruz
Sorbió su café. Estaba tranquila.
—Eso es todo lo que tenía que decirte —le dijo.
El hombre bajó la mirada.
—No te preocupés, haré lo que me pediste.
Tres años atrás él había disparado contra alguien que la tenía atrapada en un callejón.
Ella no se inmutó al ver el cuerpo que yacía en el suelo.
—Vámonos —le dijo él.
Ella avanzó hacia la salida. Era la quinta vez que estuvo cerca de la muerte.
Él pidió la cuenta.
—¿A qué hora decís que te toca irte? —le preguntó.
—En una hora —dijo ella.
—Entonces te llevo a tu casa.
—No sé si sea buena idea.
Del callejón salieron a un hotel. Él no dijo nada en todo el camino, sabía lo que ella le iba a decir. Ella lloró en la habitación.
—Sigo pensando que fue una casualidad —le dijo para consolarla.
—Bien sabés que no es así.
Era la quinta vez que soñaba que moría. Las primeras ocurrieron la semana que se conocieron, pero ninguno prestó atención a las señales.
Durmieron esa noche, y a la mañana siguiente avanzaron a otra ciudad.
El mesero llevó la cuenta.
—Qué querés que le diga a la niña.
—Que siempre la quise.
La niña nació al año siguiente, y sus sueños de muerte habían desaparecido.
—Ella y yo te vamos a extrañar —le dijo mientras cancelaba la cuenta.
—Lo sé.
Ella sorbió el poco café que le quedaba.
Había soñado que los tres morían al llegar a casa, por eso evitaba que se fueran con ella. Las eran claras: dos tipos disparando a quemarropa, él y la niña estaban tendidos en el piso y ella agonizaba frente a sus cuerpos. Por eso no le comentó eso, pues sabe que él sería capaz de persuadirla para huir, por eso prefirió contarles una mentira: que moría en la habitación a causa de un infarto.
Si huían, en cualquier ciudad serían acechados y los sicarios no descansarían hasta encontrarla.
Quería que ellos vivieran.
—Me retiro —dijo él y la dejó.
Ella pidió otro café.
Sabía que los sicarios que le dispararán lo hacen en venganza al tipo que murió por su culpa en el callejón.
Cuando salió del restaurante le faltaban veintidós minutos para su muerte.
Tomó un taxi y se fue a casa. A esa hora él estaría saliendo de la ciudad y eso la llenaba de paz.
Abrió llave y miró el interior. Sintió una extraña nostalgia. Ya los hombres estaban esperando el momento para dispararle.
Subió al cuarto y constató que estaban las dos cartas de despedida: una para su hija, la otra para él.
Cuando bajó a la sala su esposo la esperaba con la niña en brazos.
No había tiempo para sacarlos de la casa, era la hora exacta y ella sabía en qué terminaría todo.
Maynor Xavier Cruz (1988, Chagüitillo-Matagalpa). Escritor y editor. Licenciado en Comunicación Social. Ha escrito tres novelas, Palpitaciones (2015), La perseguidora (2017) y Apología lumbar (2024), además de un libro de microrrelatos: Mitomanías (2022). Administraba el blog de reseñas literarias el-viejo-librero.com y es editor de la revista nicaragüense de ciencia ficción Tenebras.

