Por Andreina Bello
El Popol Vuh o Libro del Consejo quiché, dígase, del pueblo indígena guatemalteco narra las creencias mitológicas, culturales y religiosas de esta comunidad. Como muy bien sabemos, este manuscrito relata la creación del mundo y el origen de la raza humana a partir de leyendas de la tribu quiché. Suele dividirse en dos grandes secciones: la creación y las hazañas de los dioses gemelos Hunahpú e Ixbalanqué. A continuación, de manera sintetizada haré un recuento de los sucesos heterogéneos en base a este contenido del libro.
En primer lugar, quiero comenzar haciendo una equiparación del relato de la creación quiché y el relato de la creación cristiano, pues estas diferencias fue lo primero que noté:
- Los dioses creador y formador tienen el propósito e intención de crear seres vivos en la Tierra para que le adoren, hablen y agradezcan. Después de crear la Tierra crean a los animales. Como el intentó falló, cambian el propósito base de los animales y forman varios tipos de hombres hasta llegar al hombre de maíz. Estos dioses tienen la particularidad de que a sus propios ojos se equivocan, y por lo mismo, se permiten cambiar de opinión y empezar sus designios desde cero. Pasa lo contrario con el cristianismo. El Dios cristiano puede llegar a arrepentirse de haber hecho algo, pero eso no conlleva que cambie sus designios una vez dichos o realizados. O sea, se enseña que es perfecto en sus atributos, carácter y voluntad. En cambio, los dioses progenitores quiché muestran en su forma de actuar que son como un ser humano más, pero que poseen el poder de hacer lo que les plazca; lo que de cierta manera los hace parecer más cercanos a sus hombres de barro que luego cambiaron por hombres de madera.
- Se lee en las diferentes traducciones de los manuscritos bíblicos que el Dios cristiano creó al hombre del polvo de la tierra. Luego, de una de sus costillas formó a la mujer. Se entiende que el polvo es un símbolo de su mortalidad y fragilidad, un recordatorio constante del propósito con el que fueron creados: glorificar a este ente espiritual reproduciéndose y poblando toda la tierra. En el Popol Vuh, se narra que la creación de la raza humana fue una constante de prueba y error como dice:
“Ya hemos probado con nuestras primeras obras, nuestras primeras criaturas; pero no se pudo lograr que fuésemos alabados y venerados por ellos. (Entiéndase que con sus primeras obras se refieren a los animales). Probemos ahora a hacer unos seres obedientes, respetuosos, que nos sustenten y alimenten. De este modo hicieron a los seres humanos que existen en la tierra”.
Empezaron por hombres de barro, pero se desilusionaron al ver su inconsistencia. Después, crearon hombres de madera, pero al ver su carencia de sentimientos terminan convirtiéndose en monos. Luego, terminan creando hombres y mujeres de maíz que sí logran ser ese hombre perfecto. Así pues, para los mayas quiché el maíz termina siendo un símbolo de agradecimiento, pues al labrar la tierra recuerdan que su cuerpo y huesos están hechos de masa de maíz; este grano es el sustento de toda su existencia.
De la Garza (2012) afirma que es la naturaleza la que condiciona el espíritu, como lo expresa el Popol Vuh, en la idea de que el haber sido formado de masa de maíz, es lo que permite al hombre hacerse consciente de sí mismo y de los dioses… En este sentido, cabría decir que la cultura maya es, esencialmente, una cultura de la naturaleza.
En segundo lugar, quiero ejemplificar lo que sostengo también es una comparación:
- Los dioses mayas quiché sienten deseos y sentimientos de venganza, odio y rivalidad entre ellos. Pongamos por caso, cuando nacen los héroes gemelos y viven con su madre y su abuela paterna Ixmukané, compitiendo con sus medio hermanos Hunbatz y Hunchouén. Asimismo, cuando los héroes gemelos Hunahpú e Ixbalanqué tratan de matar al arrogante dios Vucub Caquix, pero fallan. Después, sí logran asesinarlo. Los entes espirituales que representan el bien y el mal en la mayor parte de Occidente sí poseen una gran rivalidad, pero no al punto de llegar a provocarse la muerte ya que se consideran seres eternos.
En tercer lugar, gracias a manuscritos como el Popol Vuh queda aún más desmontada la idea de que los indígenas americanos no poseían una cultura propia. Cabe subrayar, que las ideas hispanistas extremistas suelen colocar a estas tribus como caníbales y analfabetas al momento de la colonización. El Libro del Consejo, es solo una muestra más de que este pensar debe quedar obsoleto. Estas comunidades poseen costumbres, creencias religiosas, astrológicas, mitológicas; además de historia y leyendas sobre su percepción del mundo.
Craveri (2012) plantea que este manuscrito frente a la misma comunidad (dígase, las autoridades coloniales) es una clave de afirmación cultural en un contexto social hostil y adverso. Para consolidarse como pueblo, los narradores k ’iche’ declaran su universo religioso y sus coordenadas culturales, encontrando en el espacio y en el tiempo una fuente de continuidad generacional.
En conclusión, sin el Libro del Consejo no pudiésemos conocer de primera mano los aportes históricos, culturales y artísticos de una de las comunidades indígenas más importantes de América. Finalmente, sostengo que el Popol Vuh posee un valor sumamente importante para la literatura hispanoamericana, puesto que forma parte de los inicios del arte literario en nuestro conjunto de países.