ARTÍCULO INVITADO
Por Juan Miguel, Amaury y Amín Pérez (Hijos de Bacho)
La vida de Raúl Pérez Peña (Bacho) estuvo eminentemente dedicada a defender el ideal revolucionario que le impregnaron sus mentores en el Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4). Nacido en El Mamey, Puerto Plata, Bacho fue el menor de siete hermanos, hijos del matrimonio entre Raúl Pérez Fernández y Ana Virginia Peña (Doña Tití), hija del general Demetrio Rodríguez. Estudió hasta su educación media en la Escuela Agrícola Salesiana antes de llegar al Liceo Presidente Trujillo, hoy Juan Pablo Duarte, donde culminó la secundaria.
Su conexión con la causa revolucionaria se inició escuchando Radio Rebelde, cuyas transmisiones desde Cuba le despertaron el espíritu de lucha por la justicia social y contra la opresión. En el verano de 1959 fue testigo de la brutal represión del ejército dominicano contra los expedicionarios que desembarcaron por Estero Hondo, asesinados públicamente para sembrar terror en la comunidad.
En la capital, vivió en el barrio de María Auxiliadora, en la casa de sus tíos maternos, la familia Lozada Peña, que a pesar de su reconocida condición de militares, siempre le manifestaron que “la sangre pesaba más que cualquier cosa” por lo que en ese hogar siempre encontró refugio, apoyo y cariño. Durante ese período entró en contacto con jóvenes revolucionarios, especialmente con Sostenes y Toribio Peña Jáquez.
A partir del ajusticiamiento del tirano, siendo estudiante en la universidad, fue de los fundadores del grupo Fragua en la Facultad de Ingeniería, juntamente con Amín Abel, Cayetano Rodríguez del Prado, Monchín Pinedo, entre otros. Este colectivo que agrupaba a estudiantes progresistas de los diferentes partidos de izquierda (MPD, PSP y 1J4) propugnaba cambios democráticos siendo determinantes en la lucha por la autonomía, el fuero universitario, la destrujillización y la asignación por ley del 5% en el presupuesto nacional, entre otras conquistas. De esta etapa, Bacho siempre recordó haber participado en las jornadas de lucha contra los remanentes del trujillato y particularmente, haber contribuido para que Fragua tuviera sus oficinas en el denominado “barrio chino” del edificio Baquero, donde él residía en la calle El Conde esquina Hostos.
A la salida de los presos políticos en julio de 1961, Bacho participó en la asamblea constitutiva de la Agrupación Política 14 de Junio (1J4), de la que siempre sintió orgullo por haber cargado sillas. En la cafetería Los imperiales se relacionaba diariamente con destacados dirigentes nacionales como Manolo Tavárez Justo, Máximo Bernard, Fidelio Despradel, Polo Rodríguez, entre otros. A Pipe Faxas le atribuyó haber sido quien descubrió su vocación por la comunicación, alentándolo a dejar sus estudios para dedicarse de lleno por la revolución dominicana. Por esta vía se integró al departamento de prensa y propaganda del comité del Distrito, donde trabajó con Amín Abel.
La etapa de la vida pública del 1j4 (1961–1963) Bacho la vivió de manera intensa y apasionada, recorriendo el país con sus compañeros del 1j4 hasta el golpe de Estado contra el gobierno del Prof. Juan Bosch. Durante el primer toque de queda, Bacho fue sorprendido en un barrio de la zona norte colocando unos letreros que se hacían con bomba de fleet y planchas de zinc. Aquel día decidió colocar la consigna “El 1J4 tenía razón”, alusiva a la trama conspirativa.
Tras ser enrolado en el alzamiento guerrillero por el Ing. Rodrigo Losada -Pulusito-, se entrenó en el play de la UASD con el estudiante de medicina Danielito Fernández, mártir de Las Manaclas. Subió a las “escarpadas montañas de Quisqueya” el 28 de noviembre de 1963 como parte del frente guerrillero “Gregorio Luperón” que operó en las lomas de Altamira, Puerto Plata, bajo la comandancia del Dr. Juan Miguel Román. Tras exponer las desigualdades existentes en términos de la correlación de fuerza contra el Ejército, Román concluyó su arenga, indicando que la misión fundamental era resistir la embestida. Durante varios días, Bacho y sus compañeros soportaron las duras condiciones en el terreno y se mantuvieron con la moral en alto, a pesar de que la fuerza aérea los perseguía y los bombardeaba tenazmente. En dicho frente perecieron Enriquito Almánzar, Ponono Minaya y Guancho Escaño.
Después de la dispersión del frente guerrillero, Bacho descendió con David Jacobo, logrando escapar del cerco militar, siendo trasladado a Santiago en el baúl de un carro y acogido por Homero Herrera y Doña Quisqueya Pérez viuda Perdomo en su hogar. Allí se entera de la masacre en Manaclas donde perecen Manolo Tavárez y 15 compañeros del Frente Enrique Jiménez Moya. Esta noticia le generó una sensación de desesperación que lo llevó a ver con sus propios ojos el estado de los cuerpos de todos sus compañeros en la morgue del Hospital Cabral y Báez. Nunca olvidó cómo sus rostros fueron zanjados a bayonetazos, especialmente los de Jaime Ricardo Socias y Rubén Díaz Moreno, colaborando luego en la indicación de los lugares de destino hacia donde debían ser trasladados los cadáveres para sus correspondientes sepelios y enterramientos.
En 1964, Bacho vivió en la clandestinidad hasta marcharse al exilio, logrando recorrer varios países sudamericanos y europeos antes de establecerse en Cuba, donde lo coge la guerra patria de 1965. Allí formó parte, juntamente con su compañero de habitación Eberto Giordano Lalane, Pericles Franco y Chito Henríquez, de la delegación que inició el desfile del 1.º de mayo, en el que Fidel Castro pronunció un encendido discurso para condenar la agresión imperialista. Durante su exilio, Bacho continuó su formación política, ideológica y periodística, estudiando en el Instituto José Martí en La Habana. Además de fortalecer su compromiso revolucionario, estrechó sus inseparables lazos de hermandad con la patria de Martí y Fidel, por la cual siempre sintió el mayor respeto y admiración por ser ejemplo de dignidad y decoro.
A su regreso al país, Bacho se reintegró al trabajo político, siendo elevado al Comité Central del IJ4 junto con Amaury Gérman, Homero Hernández, Arnulfo Reyes, entre otros dirigentes, en diciembre de 1966, asumiendo la Secretaría de Prensa y Propaganda, en particular la dirección del periódico El 1J4, entre otros medios y órganos informativos. De esta etapa, sus escritos constituyen una fuente de primer orden para comprender la visión de la izquierda en aquella etapa crucial de su historia.
Tras la crisis de 1968 que provocó la desintegración del partido fundado por Manolo y Minerva, Bacho se mantuvo aferrado al recuerdo de la organización verde y negra. Desde 1970 promovió por todo el territorio nacional centenares de homenajes y escribió en diferentes medios a los fines de perpetuar la memoria de sus compañeros caídos, preservando siempre el sentido histórico de sus luchas.
Al haberse conmemorado el pasado 6 de noviembre dos años de su paso a la inmortalidad, en la Biblioteca de la UASD se dio a conocer su primer libro póstumo, el cual circula en formato digital, entregándose un ejemplar al Archivo General de la Nación y a la Biblioteca de la UASD.
Reproducido de hoy.com.do

