Por PATRICIA ARACHE
@patriciarache
República Dominicana ha dado pasos importantes hacia la digitalización del Estado, como lo evidencia un reciente estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que establece que “el 49.7% de los servidores públicos dominicanos utilizan herramientas de inteligencia artificial (IA) durante su jornada laboral”.
Este dato, presentado en el webinar “Perspectivas sobre la IA y el Desarrollo Humano”, sugiere una importante transformación en marcha, sobre la cual sería interesante conocer qué tan profunda es y a quién estaría beneficiando, realmente.
Este evento sirvió como plataforma para divulgar los hallazgos del Estudio sobre “Las Oportunidades de la Inteligencia Artificial para Potenciar el Desarrollo Humano en República Dominicana”, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) junto a la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano (HDRO)
El estudio se fundamentó en una encuesta aplicada en 21 países, incluyendo República Dominicana, que abordó temas como Uso y frecuencia de interacción con IA, Percepciones sobre oportunidades y riesgos, Brechas de acceso, género y habilidades digitales y Aplicaciones en servicios públicos, educación y empleo.
Establece este estudio que siete de cada diez personas en República Dominicana (68,9 %) afirman que utilizan la Inteligencia Artificial (IA) más de una vez por semana.
El ministro de Administración Pública, Sigmund Freund, ha reiterado el compromiso del gobierno con una IA ética, inclusiva y centrada en las personas y cita, por ejemplo, iniciativas como la Evaluación de Preparación Digital (DRA) y el Panorama de IA (AILA) que buscan medir la madurez digital del país y cerrar brechas.
Sin embargo, la realidad nacional muestra una desconexión persistente con zonas rurales sin acceso estable a internet, centros educativos sin infraestructura tecnológica y comunidades vulnerables que todavía ven la IA como una promesa lejana o como un submundo mágico inaccesible.
La brecha digital no es solo una cuestión técnica; es una expresión de desigualdad estructural, que se manifiesta con indicadores que incluyen el ámbito geográfico, con zonas rurales y provincias como Elías Piña, Bahoruco y Monte Cristi teniendo acceso limitado o nulo a conectividad significativa en comparación con las áreas urbanas.
También se observa una brecha socioeconómica y de género, afectando especialmente a los hogares con jefatura femenina y a mujeres en general, al tiempo que existe una brecha de calidad de conexión y de habilidades, donde un alto porcentaje de la población no cuenta con niveles de conectividad adecuados o habilidades digitales suficientes para aprovechar las oportunidades tecnológicas.
A pesar de que algunos servidores públicos ya automatizan procesos con IA y qué bueno, miles de estudiantes aún luchan por conectarse a una clase virtual que la saben perdida desde que escuchan anuncios de lluvia, lo que confirma que la conectividad sigue siendo un privilegio y no un derecho garantizado.
El estudio del PNUD revela, además, que las mujeres dominicanas (50.6%) usan más las plataformas educativas y de formación profesional que los hombres (42.3%), lo cual es un dato esperanzador, pero que no deja de ser contradictorio.
Todavía los hombres dominan el uso de la IA en el ámbito laboral, lo que conduce a la pregunta: ¿Para qué estamos formando, para la inclusión o para la frustración?
La IA tiene el potencial de cerrar brechas de género, pero requiere políticas activas de formación técnica con enfoque de género, en este plano el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (INFOTEP) tiene muy buen ranking; acceso a dispositivos, acompañamiento digital y oportunidades reales de inserción laboral.
De lo contrario, la IA será otra herramienta que reproduce las desigualdades que estaría llamada a combatir, para propiciar una sociedad más justa y equitativa.
El 33.6 % de los encuestados usan IA para acceder a servicios públicos digitales como chatbots de salud, trámites legales y denuncias, pero ¿qué pasa con el 66.4 % restante? ¿Tienen acceso, formación, dispositivos? ¿Saben que existen estas herramientas? La respuesta es muy reveladora: NO.
No cabe dudas de que la inteligencia artificial puede ser una herramienta poderosa para el desarrollo humano, pero solo si se construye desde la equidad.
República Dominicana tiene la oportunidad de liderar un modelo de IA ético, inclusivo y centrado en las personas, para lo cual las instancias oficiales y las del sector privado con capacidad para ello deben escuchar a quienes aún no tienen voz en el mundo digital.
La transformación e innovación deseadas en República Dominicana, a propósito de la irrupción y expansión de las tecnologías, no serán reales hasta que más jóvenes, más mujeres emprendedoras, más ciudadanos que habitan en las periferias puedan tener acceso a las mismas y proclamar con orgullo “yo también participo, yo también decido”. Eso se puede lograr. ¡Sí, podemos, hagámoslo! Estamos a tiempo.

