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Tres fechas memorables: 24 y 28 de abril, 1.º de mayo

by Redacción

En una semana coinciden tres fechas memorables en la historia reciente del pueblo dominicano: 24 y 28 de abril y el primero de mayo, Día Internacional de los Trabajadores/as.

La celebración del 60 aniversario de la Insurrección de Abril es un momento histórico adecuado para insistir en dar continuidad a la profundización del proceso democrático en la sociedad dominicana.

La sangre de los mártires de abril de 1965 y el nombre de los héroes que sobreviven debe ser un estímulo para convertir en realidad el ideal duartiano de una democracia participativa, cada día más cercana a las grandes mayorías.

El momento es oportuno para el rechazo a todo tipo de intento antidemocrático, como la concentración de más poder en la Presidencia de la República; para enfrentar cualquier retroceso en el ejercicio pleno de los derechos políticos de cada ciudadano y ciudadana. Es una buena época para dejar atrás, definitivamente, las pretensiones continuistas o el retorno de caudillos desfasados.

Fue la unidad de acción de diversos sectores políticos lo que permitió la realización de aquella gesta heroica del pueblo dominicano y hoy se impone enfrentar, desde espacios diferentes, las prácticas neotrujillistas de violentar los derechos humanos de infelices ciudadanos haitianos, incluyendo parturientas; mañana esas mismas prácticas podrían volcarse contra ciudadanos dominicanos, especialmente los más pobres, negros y mulatos/as.

Este sesenta aniversario de la II intervención militar estadounidense a nuestro país es un momento histórico propicio para reafirmar nuestra condición de Estado soberano., libre de tropas interventoras, como lo ha deseado y ratificado el pueblo dominicano desde que derrotara al ejército francés en 1809.

Esta es la misma soberanía que fue proclamada por primera vez en 1821, recuperada por los trinitarios/as en 1844, reconfirmada por los restauradores en 1863, rescatada en 1924, defendida en meses de duros combates contra el ejército más poderoso del mundo y en tortuosas negociaciones con mañosos diplomáticos imperiales, en 1965; hasta su nuevo rescate al final de 1966 con la salida de las tropas estadounidenses.

Juan Pablo Duarte dejó claramente establecido, en su famosa carta del 7 de marzo de 1865, desde Caracas, que la República Dominicana debía defender su soberanía frente Haití, España, Inglaterra, Francia, Estados Unidos o cualquier otra potencia. Ese es el nacionalismo coherente, no la beligerancia frente a infelices haitianos y la sumisión frente al poder estadounidense.

Otro Primero de Mayo encuentra a la gran mayoría de los trabajadores y empleados dominicanos/as, privados y públicos, civiles y militares, con sueldos que no alcanzan para cubrir el costo de la canasta familiar para los que menos ganan.

El Gobierno insiste en que los empresarios privados aumenten el salario, lo que está bien; además debería hacerlo el administrador de un Estado que tiene más de 700 mil empleados, más del 50% con ingresos inferiores a 30 mil pesos, mientras los bienes y servicios imprescindibles para sobrevivir rondan los 28 mil pesos.

Por tanto, en este y otros primeros de mayo es imprescindible seguir insistiendo en una redistribución de las riquezas que debe incluir, además, cobrar más impuestos a las grandes propiedades y elevadas ganancias; eliminar las exenciones fiscales a los grandes empresarios nacionales y extranjeros; bajar los sueldos privilegiados de altos funcionarios; apoyar las pequeñas y medianas empresas para crear más puestos de trabajo, entre otras medidas.

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