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Guerra nuclear aniquilaría la humanidad

by Redacción

Por ENRIQUE A. SÁNCHEZ

La paz mundial está al borde de una desaparición  de la especie humana, de no haber otra solución que no sea la de usar armas nucleares para estos fines y sin vuelta atrás, ya que desde el momento mismo en que se utilice la primera arma nuclear  es el fin de la humanidad.

Por otro lado se ha informado que Suecia y Finlandia piden a sus ciudadanos que se preparen para la guerra. A través de un folleto con instrucciones para actuar en caso de conflicto armado entre Ucrania y Rusia, el mismo serviría de referencia para la población de ambos países.

En cuanto a que de ser ciertas dichas advertencia  a los suecos y finlandeses, el presidente Putin amenaza con el despliegue nuclear si la OTAN instala bases en Suecia y Finlandia.

Suecia comenzó a enviar panfletos a sus ciudadanos, instándoles prepararse para la posibilidad de una guerra, mientras que Finlandia lanzó un sitio web que recopila consejos útiles en caso de conflictos bélicos.

Ambos países abandonaron hace décadas de no alineamiento militar para unirse a la OTAN tras la invasión rusa de Ucrania en el 2022.

Desde que estalló la guerra entre Rusia y Ucrania informa Afp, Suecia se ha dirigido a su población repetidamente para que se prepare mental y logísticamente ante la posibilidad de una guerra.     

No es exagerado decir que el mundo está experimentando actualmente la crisis más profunda de toda su historia, aunque sólo sea por la realidad de que si alguna de las guerras regionales se convirtiera en una guerra global, la existencia, y casi segura, utilización de armas nucleares llevaría a la aniquilación de la especie humana.

No cabe esperar que las elecciones presidenciales estadounidenses resuelvan ese peligro. Dependiendo de quién gane las elecciones, puede que se suavice este o aquel aspecto, pero permanecerá la causa subyacente de la crisis en su conjunto, el axioma erróneo de la geopolítica.

El 30 de octubre, el Comisionado General de la UNRWA, Philippe Lazzarini, publicó en X su carta del 28 de octubre al presidente de la Asamblea General de la ONU, con el siguiente prefacio: “Hoy, cuando miramos los rostros de los niños de Gaza, algunos de los cuales sabemos que morirán mañana, el orden internacional basado en reglas se desmorona en una repetición de los horrores que llevaron a la creación de las Naciones Unidas, y en violación de los compromisos para evitar que se repitan”. Hacer ese paralelismo histórico es una acusación descarnada, pero ¿quién quiere discutirla?

No es sólo el derecho internacional el que está quedando sepultado bajo el “orden basado en reglas” que se desmorona, sino que el doble lenguaje orwelliano y el doble rasero están delatando la naturaleza sistémica de la crisis. ¿Adónde hemos llegado, si el Primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, puede señalar pruebas de que la Comisión de la Unión Europea está intentando un “cambio de régimen” contra uno de sus Estados miembros? ¿Si esa misma Comisión de la UE asegura que Ucrania está avanzando en el cumplimiento de los requisitos para incorporarse a la UE, ignorando su cancelación de las elecciones y la ilegalización de partidos y religiones? ¿Y si esa Comisión de la UE amenaza a Georgia con poner fin a todas las negociaciones, si Georgia no rompe con Rusia?

¿Está Rusia “aislada”, cuando una gran parte de la Mayoría Global se reúne en Kazán, haciendo planes esperanzadores para el futuro, basados en los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica, y comprometiéndose en planes de desarrollo a largo plazo? ¿Y en cuanto a quién se está aislando, qué significa una votación de la Asamblea General de la ONU con un saldo de 187-2 a favor de anular las sanciones de Estados Unidos contra Cuba, en la que sólo Estados Unidos e Israel votaron a favor de mantener esas sanciones?

Si no superamos el mal de la geopolítica, que dio lugar a dos guerras mundiales en el siglo 20, existe el peligro de que el mundo se divida en dos bloques separados, una OTAN Global por un lado, y una Mayoría Global del BRICS-Plus por el otro. En ese caso, nos enfrentamos no sólo al caos económico, sino al peligro inmediato de una conflagración nuclear mundial.

La Cumbre de Kazán de las naciones del BRICS representa un hito en el esfuerzo por superar para siempre la era de 500 años de colonialismo, y establecer un orden económico mundial más justo y equitativo, que supere la pobreza y el subdesarrollo, y cree países de ingresos medios en todo el planeta.

La manera obvia y fácil de superar el peligro de guerra y enfrentamiento es, naturalmente, convencer a los países del Occidente Colectivo, las naciones europeas y a Estados Unidos, de que adopten un modo de cooperación con esta creciente Mayoría Global. Si Occidente se uniera al BRICS y ayudara al Sur Global a industrializarse, no sólo podríamos poner fin a la competencia geopolítica, sino que también podríamos empezar a superar la crisis migratoria de la única manera humana: creando condiciones en las que las personas que ahora son refugiados tengan, en cambio, la perspectiva de participar en la construcción de sus propios países de origen.

Para que esto sea posible necesitamos establecer una nueva arquitectura internacional de seguridad y desarrollo, que tenga en cuenta los intereses de todos y cada uno de los países del planeta, siguiendo la tradición de la Paz de Westfalia, que puso fin a 150 años de guerra religiosa en Europa, porque las partes beligerantes se dieron cuenta de que no quedaría nadie vivo si continuaba la lucha. ¡Cuánta más verdad es esto en la era de las armas termonucleares!

Para poner sobre el tapete esa nueva arquitectura, el Instituto Schiller tiene previsto convocar una conferencia en Internet los días 7 y 8 de diciembre, con destacados representantes y expertos del Occidente colectivo y del Sur Global, para debatir los principios en los que debe basarse. Y también queremos añadir un ejemplo del diálogo de culturas y civilizaciones, con bellos ejemplos de gran arte, para mostrar el camino hacia el establecimiento de una civilización basada, no en el odio, sino en el amor y la paz verdadera.

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